Primero hay que marcar el terreno e incorporar abono orgánico. Luego elegir qué especies sembrar.

Como siempre es un buen momento para organizar la huerta, conviene recordar que hay varias especies disponibles para plantar en diferentes épocas del año. Asimismo, en el caso de que se nos haya pasado la época de siembra, actualmente se dispone de los plantines hortícolas, además de las semillas, que pueden encontrarse en los viveros y constituyen una gran ayuda.

¿Cuáles son las ideas principales a tener en cuenta para el armado de la huerta?

Ubicación: deben estar a pleno sol. Hay diferentes teorías en cuanto a la cantidad de horas mínimas de sol (lo que dependerá a su vez de las necesidades de las especies elegidas). En general, como mínimo, deben tener seis horas de pleno sol.

Agua: hay que asegurarse la cercanía y disponibilidad permanente de este recurso.

Tamaño: en general, se estima que 100 m2 son suficientes para cubrir las necesidades (con productos vegetales variados) de un grupo familiar de cuatro personas.

Preparación del terreno y abonos: una vez que se disponga del sitio y se defina el tamaño de la huerta, comenzará la limpieza del suelo (eliminación de piedras, removido de la tierra, etcétera). A continuación, se incorporará algún abono orgánico –como el compost– que se mezclará con la tierra removida. Importante: partimos de la base de que se elegirá un terreno cuyo suelo sea fértil. Aclarado esto, una de las claves del éxito es lograr un sustrato liviano, poroso y rico en materia orgánica (el compost, además de aportar nutrientes, mejora la estructura del suelo).

Es importante recordar que no es aconsejable el uso de productos químicos en las huertas, si no se conoce de manera adecuada su utilización. Los abonos que se empleen deberán ser naturales (así y todo, varios expertos recomiendan no excederse en las dosis, porque podrían dañar las plantas, principalmente, las de hojas comestibles).

Plantas: el siguiente paso será elegir las especies. Por ejemplo, para esta época (otoño): acelga, brócoli, cebolla de verdeo, repollo, remolacha, puerro, zanahoria, espinaca y habas. Aromáticas, como ciboulette y orégano, entre otras. Hay que prestar atención sí se emplean semillas comerciales, verificando su fecha de vencimiento (todos los sobres deben incluir esta información). Actualmente, hay varias especies que pueden cultivarse todo el año, lo que cambia es la variedad).

Armado: las plantas se colocarán según sus características de crecimiento, en general, cada 30 centímetros. Es fundamental conocer el tamaño final del ejemplar para determinar la manera correcta de agruparlos y evitar que se hagan sombras (por ejemplo, llegado el verano, los tomates junto a los ajíes). También pueden aprovecharse los espacios sembrando entre los cultivos de crecimiento más lento otros más veloces (en el verano, uno ejemplo es la rúcula, que en un mes ya está lista para comer).

Siembra:con respecto a las semillas, se sembrarán más profundamente aquellas de mayor tamaño (como las habas);y las más chicas, en forma superficial con una fina capa de sustrato encima.

Por otro lado, para evitar plagas y enfermedades, es aconsejable intercalar plantas aromáticas, como la ciboulette (atrae insectos benéficos) y el romero (llama abejas y repele la mosca del repollo). Además de “convocar” a aquellos insectos benéficos, actúan como repelentes, ya que afectan los sentidos de algunos insectos y los confunden, dificultándoles, de esta manera, ubicar su planta favorita.

Riego: hay que hacerlo a la mañana temprano o al atardecer, cuando el sol comienza a ocultarse, para minimizar la posibilidad de que falte hidratación durante el día (sobre todo en diciembre, enero y febrero). Lo ideal es un sistema que no moje las hojas de las plantas (como el de goteo) para disminuir al máximo el riesgo de enfermedades que se ven favorecidas por el follaje húmedo (como es el caso de los hongos).

Una mención especial merece el caso de las semillas recién sembradas: se las debe regar con un sistema que imite una fina caída de lluvia (el uso de mangueras, por ejemplo, podría correr las semillas y dificultar su posterior desarrollo).

Aves y mascotas: es fundamental también prevenirse de las aves –podrían comer las semillas y los frutos (les encantan las semillas recién sembradas y las frutillas). También hay que tomar recaudos con los animales domésticos –como los perros y los gatos- a los que les fascina escarbar en la tierra recién removida e, incluso, recostarse sobre las mullidas hortalizas cuando están alcanzando su esplendor. Por esto, al inicio, se recomienda proteger totalmente la huerta con una malla de orificios pequeños (para los pájaros) y algún cerco para el resto de los animales.